viernes, 14 de noviembre de 2008

PEZ COFRE

El cuerpo rígido y acorazado del pez cofre le sirve como protección contra cualquier depredador, pero al mismo tiempo le añade torpeza y lentitud. En circunstancias normales, cuando no hay motivo de alarma ni ningún peligro inminente, el pez cofre se impulsa con las aletas pectorales transparentes que tienen forma de abanico. Las aletas dorsal y anal, igualmente pequeñas y delicadas, incorporan un movimiento ondulado a su forma normal de nadar. La aleta caudal apenas se mueve.



Con frecuencia el pez se mantiene en el agua por encima del arrecife, casi sin mover sus aletas. Cuando se acerca el peligro, el pez cofre se sacude para ponerse a cubierto. Pero el impulso más importante para la natación tiene su origen en una forma especial de movimiento que se ha desarrollado a lo largo de miles de generaciones. Esa exclusiva forma de nadar, propia del pez cofre, el pez globo y el pez erizo se conoce con el nombre de ostraciforme.


La armadura espinosa del pez cofre se parece a una caja viva formada por placas poligonales. Algunas de estas placas tienen espinas diminutas y tubérculos que le dan a su superficie una textura áspera. Los buzos han observado un hábito curioso en el pez cofre: echa chorros de agua a los sedimentos finos del fondo del mar, alrededor de los arrecifes. Cada vez que lo hace, la arena que se encuentra delante de él se levanta en forma de nube y arrastra algunos organismos diminutos que se pueden comer.



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